
[El Priorat] La leyenda de Siurana
![[El Priorat] La leyenda de Siurana](https://i0.wp.com/www.humildadmochilera.com/wp-content/uploads/2016/09/Siurana-15.jpg?resize=560%2C420&ssl=1)
Según avanzaba y siempre tan atento, observé unos diminutos gusanos flotando en el aire, pero no estaban flotando, ni planeando ni volando no… colgaban de un filamento de seda prácticamente invisible, algunos a cuatro palmos otros a más de un metro de las respectivas ramas cuidadosamente elegidas por cada uno de ellos. Mientras los esquivaba, mi mente –la voladora, cuya imaginación va más allá de lo esperado– me trasladaba a un lugar de criaturas mágicas y de colores, un paradero desconocido seguramente en alguna época anterior a la edad media, donde dragones, gnomos y una flora fluorescente y carnívora eran protagonistas de un mundo fantástico.
Una tienda hobbit?
De repente algo me trajo de vuelta a la realidad. Fue una frase que pude leer al llegar al punto clave de toda una leyenda. Esa frase decía: «SALT DE LA REINA» (Salto de la Reina). Escrita en un tablón de madera sujeto a una valla circular cuyo fondo, provocó una apertura exponencial de mis humildes «ojitos almendrados» que adoptaron una forma circular cual mirada de búho, dispuestos a admirar las vistas que frente a mí y tras el «Salt de la Reina» yacían.
Apoyado en la valla observé el abismo.
Acto seguido quise asomarme de más alto si cabe y trepe por uno de los costados para sentarme al borde y exponerme así a la grandeza de un espacio, el cual me separaba del río y lago, ambos con el nombre de Siurana. En ese momento disfrute del frescor de la roca y la brisa recorriendo mis piernas.
Llegó el momento de explorar las callejuelas de Siurana sin saber que a su vez me vería esquivando numerosos turistas. Pero antes debía volver a esquivar gusanos voladores y esta vez mirando el suelo por si acaso alguno se había desprendido, no pisarlo. Y así daba inicio el paseo entre calles cuya historia se narra por sí sola, encontrándome primero con la parte trasera de la Iglesia.
Durante aproximadamente una hora, Jake y yo caminamos por todas y cada una de las calles, literalmente sin dejarnos ni una, asomándonos siempre que fuera posible por cada uno de los precipicios que rodea Siurana. Y es que nuevamente, después de haber visitado Albarca cuyo emplazamiento se encuentra en lo alto de una colina, nos encontrábamos en lo alto de otra, coronada por una sucesión de casas hechas de piedra y vigas de madera.
Pude apreciar algo que sin lugar a dudas estaba tal cual adrede, para encantar así la mirada de quienes nos encontrábamos visitando Siurana. Con cada detalle cuidado cariñosamente y un sentido de la decoración bastante desarrollado, el balcón quedaba tal que así:
Mientras callejeaba quise dejarme llevar por mi mente voladora —otra vez, retrocediendo así a la prehistoria, época en la que se remonta la historia de Siurana. Así fue que imaginaba un taller donde se acumulaban puntas de flecha, distintos materiales de bronce y hachas de piedra pulida. No más lejos de lo que por aquél entonces era el presente de quienes vivían bajo la protección de las murallas.
Ignorando la presencia de las terrazas turísticas, seguía en mi mundo imaginario, ahora en pleno siglo XI cuando la situación estratégica de Siurana y su fortificación a gran altura, fue desde un punto de vista militar la principal causa del retraso del avance cristiano, cuando aún eran calles musulmanas. En mi mente hablo su idioma y entiendo como planean la defensa de la fortificación (actualmente en ruinas).
Ahora doy un salto en el tiempo para «volar» hasta el año 1153 o 1154… No lo sé exactamente pero si me imagino en esos tiempos es por la importancia de estos en la historia pues, por fin y sin saber una fecha exacta… Siurana es conquistada y los musulmanes «de los que ya me había hecho amigo», son expulsados (sin entrar en detalles).
Es por esta época y por la conquista en sí, que más tarde surgirán de entre calles y portales, familias y conocidos…
Mujer de extraordinaria e indiscutible belleza, cuyos rasgos musulmanes hacían de ella lo más exótico que vio su marido, quien por aquel entonces era rey. La guerra por la conquista se veía a las puertas de Siurana y Abd-el-Azia quien creía firmemente que la fortificación era infranqueable, se encontraba junto a sus cortesanos celebrando la impunidad de su emplazamiento mientras el fragor de las batalla se escuchaba en el exterior. De repente por una de las ventanas entro una flecha quedando clavada en una de las mesas del banquete. Acto seguido el pánico se apodera de la celebración y la reina, aprovechando la confusión monto en su caballo y salió corriendo. Siendo perseguida llego a un despeñadero donde sin detener al caballo, este salto con fuerza al vacío. Se dice que aún puede verse la huella de una herradura en la roca, a causa el fuerte impulso del caballo. Hoy en día el lugar es conocido como «El salto de la Reina Mora».«La leyenda de la Reina Abd-el-Azia»
Leyenda «versionada» por mí, de la que en su momento recopiló el escritor Joan Amades.
Una vez finalizada mi sesión imaginaria de saltos en el tiempo por el pueblo de Siurana, decidí pararme a descansar un rato antes de irme. Para ello me quede en un saliente rocoso, observando el paisaje, la carretera cual serpiente zigzagueaba por la colina y las nubes que a ratos nos escudaban del sol, y digo nos, porque estábamos Jake y yo, él tumbado y yo a su lado acariciándole mientras disfrutábamos de los últimos instantes de esa magnífica experiencia en compañía de historia, leyendas, turistas y gusanos voladores.
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