
Así son los paisajes de Ordesa y Monte Perdido

Señoras y señores, queridos amigos y lectores, permitirme que os lleve de paseo por un lugar que marca la diferencia. No es un lugar cualquiera y es que esta vez nuestros pasos intentarán retumbar sin éxito alguno bajo la atenta e imponente Monte Perdido.
Nuestra intención no será llegar a la cima ni mucho menos… por esta vez. Pero si me acompañáis, prometo no será motivo de arrepentimiento el hecho de pasear durante más de siete horas por el Valle de Ordesa, recorriendo la senda de los cazadores, un número considerable de cascadas y más sorpresas que nos depara el día, si venís.
A los más atrevidos que estáis ya por esta humilde línea, a los curiosos también por supuesto, mencionar que durante los dos primeros quilómetros vamos a ascender un considerable desnivel positivo, 600m aproximadamente y creerme cuando digo que puede resultar algo fatigante.
Sin embargo vale la pena pues el final de esta tortura que para mí resulta ser cuanto menos placentera, nos lleva al mirador de Calcilarruego, situado a 1985 metros sobre el nivel del mar y con unas vistas al valle que en fin… son dignas de numerables superlativos.

Mis hermanos y yo en el Mirador.
No hace falta que disimuléis el sudor, la falta de aliento o el asombro, todo ello forma parte de la excursión en la que nos encontramos queridas y buenos aventureros, exploradoras y curiosos lectores. La mejor noticia que podría daros ahora mismo es que el resto de paseo será un descenso continuo a lo largo de diecisiete quilómetros.
Comencemos pues a bordear el valle por la Faja de Pelay siguiendo un sendero bien decorado y colorido al más estilo otoñal, un sendero conocido como “La Senda de los Cazadores” escoltado por unas majestuosas paredes rocosas a nuestra derecha, las cuales nos mantendrán a la sombra y protegidos del sol gran parte del camino.
Nos encontramos caminando por un sendero que discurre entre pinos y acebos con bayas rojas y pequeños claros de abundante y cómoda hierva, hojas caídas y rocas camufladas entre lo mencionado y musgo.
Tumbarse y aprovechar algunos rayos de sol es una delicia que no podéis perderos, aprovechar y mirar el cielo con sus nubes y su infinito que tanta curiosidad nos causa a todos.
Sentir como reposan vuestras piernas y como el cuerpo agradece esta dosis de pureza tan necesaria en una vida llena de cosas innombrables causadas por la dichosa rutina.
Ya queda menos, lo sabéis porque se aprecia a lo lejos el circo de Soaso y el dibujo de los riachuelos desfragmentados que la cascada Cola de Caballo deja a sus pies.

Mi hermano Joan, el Circo de Soaso y Monte Perdido.
Tras recibir esa primera imagen de nuestro destino y olvidando que quizá estuvimos cansados hace un rato, el ritmo se acelera a cada paso, quizá porque tenemos ganas de llegar y tocar el agua, ver lo que sea que vayamos a ver de cerca.
Hemos recorrido la mitad del camino y por fin la cascada Cola de Caballo esta ante nuestra atenta mirada, intimidada y con un débil caudal… relucen filamentos de agua, gotas salpicadas por distintos salientes de roca verde y musgo empapado. Lo se… si fuera verano tú también te bañarías, ahora mismo en pleno octubre está un poquito fría.
Es que nadie tiene hambre a estas horas? El bocadillito que comimos en el mirador fue poco para mí, a estas horas deberíamos comer algo si queremos regresar cómodamente.

Isaac y Jake descansando después de comer.
Mientras coméis no descuidéis mirar más allá de la cascada, ignorar un poco su elegancia para ver la joya de la corona, el pico más elevado en muchísimos quilómetros a la redonda, el majestuoso Monte Perdido el cual alcanza los 3355 metros y desde donde algún día veréis la cordillera pirenaica por encima. Sé que muchos me acompañareis cuando volvamos para subir la cima. En esta ocasión debemos volver.
Por este lado del valle podríamos decir perfectamente que es un paseo de niños, porque estamos bajando… subir por aquí los nueve quilómetros, todo el rato, cansa físicamente y moralmente también por el simple hecho de pensar que todo el rato estas subiendo, pero ahora bajando es gratificante y divertido.
Dejando Monte perdido y Cola de Caballo a nuestras espaldas, comenzamos el regreso rodeados de vacas, luego bordeamos el Río Arazas de cascada en cascada, siendo la de Soaso la primera, le siguen la cascada del Estrecho y de la Cueva como las tres que más destacan en todo el recorrido de vuelta.
Algunos tramos nos alejan más del río que otros pero no importa porque estamos continuamente caminando por un bosque de pinos, nuevamente escoltados por abruptas paredes rocosas que sabemos están ahí, porque las vimos desde la Senda de los Cazadores esta mañana.
Aproximadamente 8 horas después nos encontramos llegando a la pradera, zona donde comenzó toda esta entrañable aventura, la cual en sintonía con la naturaleza, las alturas, la brisa y el sol, nos ha sido como un regalo caído del cielo.
Ahora si podemos estar todos seguros de que nos hemos ganado un merecido descanso, a libre elección de cada uno de vosotros. Yo personalmente me tomaré una cervecita en algún bar de Torla y mientras la saboreo bien, recordare cada uno de los instantes que más me marcaron hoy.
En imágenes tal que así: