
El glaciar Grey: Nuestro primer día en Torres del Paine
Las emociones se acumulaban por momentos, supongo que no era el único al que eso le ocurría y es que el bus estaba lleno de personas que íbamos al mismo sitio para vivir la misma aventura; convivir con la naturaleza y desfrutar del Parque Nacional Torres del Paine por un mínimo de cuatro días.
Para mí esos días iban a ser muy importantes, me considero un amante de la naturaleza, las montañas, el contraste de colores entre el cielo y la tierra visto desde las alturas, los ríos de aguas frías y cristalinas… El senderismo es una de mis aficiones y estar en Torres del Paine, al igual que en Tierra del Fuego, iba a ser un honor y sueño que por fin se haría realidad.

A mitad de camino hicimos una breve parada para tomar lo que fuera, en esa monada de cafetería, Tauke Aike.
Fueron apenas 3 horas en bus hasta la entrada y ahí fue cuando mi perspectiva del viaje cambió por completo e influiría más adelante en la toma de decisiones. Como una imagen vale más que mil palabras, la siguiente les dejara bien claro qué me sorprendió tanto en el momento de llegar.
Me sentí como en un parque temático, uno de esos llenos de atracciones y niños correteando por cada esquina! Con la diferencia de que niños… bien pocos. Cada día llegaban al mismo lugar de entrada como 3 o 4 buses de diferentes compañías! Y eso mismo ocurría una vez por la mañana y otra por la tarde (que yo sepa) por lo que así a bote pronto habíamos como 400 personas (de media y solo por la mañana).
Por fin llegamos a la guardería Pudeto donde embarcaríamos al catamarán que nos llevaría hacia el Refugio Paine Grande. De modo que surcando las azules y brillantes aguas del Lago Pehoé, pudimos presenciar bien de cerca una de las maravillas que La Madre Tierra nos ofrece.
Yo personalmente no daba crédito a lo que estaba viendo. Estar ahí y oler el agua, sentir esas gotas que salían despedidas por la Roda del catamarán, el viento en la cara y todo un skyline de montañas… me sentía tan afortunado y tan emocionado que no sabía a qué dios agradecerle todo eso.
En este post van a ver una de las fotografías más preciadas de mi colección (5406 fotos) y me cuesta explicar por qué. Yo la veo y me envuelvo de la felicidad que me daba cuando lo vi insitu y quise plasmarlo en la fotografía. El caso es que terminamos de instalarnos en el camping, comimos y nos pusimos a caminar hacia nuestro primer objetivo en Torres del Paine, no sin antes enmarcar la imagen tan preciada que les comenté:
Ver esta imagen sabiendo que mi carpa (y la de Lucia) estaban justo a mi vera, a pies de la cordillera de montañas y con esas vistas… me pone los pelos de punta. Sabía que a la mañana siguiente el amanecer nos regalaría esas mismas vistas con un fondo anaranjado inmortalizando así nuestra estancia.
A la hora de comer compartimos mesa con una chica que desapareció rápidamente y con Ronald, un chico con el que compartiríamos parte de nuestros días en el parque. Como bien me dijo Lucía le recordaríamos siempre como “Liebre”. Yo considero que nuestro ritmo fue rápido y aun así él nos dejaba atrás y tuvo que esperarnos en varias ocasiones.
Empezamos el trekking hacia el glaciar Grey!

Al fondo la montaña Punta Bariloche
Los paisajes fueron muy variados a cada cual mas espectacular, pasando por pequeños valles repletos de arboles a otros bastante mas despejados.
Fuimos bordeando el Lago Grey desde el Sur hacía su nacimiento en la parte Norte obteniendo varios puntos de vista de éste y a su vez de la Punta de Bariloche.
La distancia a recorrer aproximadamente fue de 12 km (ida y vuelta) con una dificultad baja de desniveles. El problema no era lo mencionado sino el tiempo. Empezamos tarde y debíamos estar pronto de vuelta para poder cenar/cocinar dentro del horario establecido.
Para ello estaba habilitado el refugio ya que al aire libre esta rotundamente prohibido hacer fuego.
Una vez pasado el Refugio y la Guardería Grey empezamos a acelerar el ritmo con ganas de llegar a nuestro objetivo el cual en breve alcanzaríamos. Cuando menos nos lo esperábamos, ahí estaba a unos metros de nosotros:
El glaciar Grey!
No teníamos tiempo para continuar e ir al siguiente mirador que queda prácticamente encima, justo donde acaba el glaciar y comienza el lago. Así que descansamos una media hora, disfrutamos las vistas y el momento, comimos una de las manzanas que llevábamos, galletas e iniciamos el camino de vuelta.
Ese fue el primer glaciar que veía. De nuevo compartía con Lucia un momento clave en mi vida y como ese, alguno más… de ahí que en el post sobre Puerto Natales quise recalcar que dividir nuestros caminos hizo que mi viaje constara de un ecuador y por ende también de dos partes.
De vuelta pude reconocer hasta que punto estuvimos tan cerca del glaciar aunque estando ahí no se apreciara… en la fotografía anterior se puede ver en el lado derecho, el terreno sobre el que caminamos hasta llegar a la misma punta, cuyas vistas en la imagen que sigue:
Una vez en el campamento, cenamos dentro del refugio donde compartimos mesa con un montón de personas. Dos jóvenes chilenos sentados delante nuestra, hicieron lo necesario para que todos los presentes nos riéramos un buen rato.
Esa noche pronto a dormir ya que por la mañana nos esperaba la primera prueba de fuego, la cual superaríamos sin problema y con alguna que otra sorpresa de camino.