
Ushuaia: La noche más insólita.

Toma ya! Estamos en Ushuaia! El fin del Mundo! Y ahora qué? Una vez visto el lugar me di cuenta de que Ushuaia en sí, tiene dos caras de las cuales el mundo solo conoce una de ellas, la que se vende… Estamos de acuerdo en que eso ocurre en muchos lugares y por ello vinimos a este mundo los “locos” y “aventureros” que se salen de lo turístico para ver más allá… “de las persianas para dentro”.

El anochecer de Ushuaia desde el bus
Personalmente aconsejo tomar la filosofía “voy a recorrer tropecientos kilómetros para llegar al fin del mundo” en lugar de “voy a recorrer tropecientos kilómetros para llegar a Ushuaia” porque dejando a un lado la Av. San Martín, alguna de sus perpendiculares y el puerto… ahí se queda todo. Eso si, hay un millar de tiendas de las cuales el 85% están repartidas entre los lugares ya mencionados.
También dispones de una gran variedad de agencias de viajes, turismo etc con las que invertir tiempo contrastando sus diferentes actividades y ofertas… Sin olvidarnos también de los restaurantes! Todo ello bien centradito en la cara visible al mundo, la que hace de Ushuaia una ciudad costera y turística como otra cualquiera con la pequeña peculiaridad tal que: Se encuentra a tropecientos kilómetros de tu casa. La otra cara, la «B»… es toda esa parte de la ciudad que está alejada y que nadie excepto los lugareños conoce. Yo no fui por invertir mi limitado tiempo en el Parque natural Tierra del Fuego, decisión de la que ahora me arrepiento.
Ahora sí les cuento la locura de nuestra primera noche en Ushuaia:
Antes de llegar a Ushuaia y viendo que oscurecía me puse a hablar con los tres chicos argentinos que les comenté en el post anterior, por varios motivos: Su aura invitaba a irse de camping con ellos, no solo tenían instrumentos sino que hicieron uso de ellos en la parte trasera del bus y eso a mí me dio “buena “onda” y el motivo más importante… necesitaba saber donde habría algún camping pues a esas horas no habría donde preguntar por Ushuaia. Sus nombres: Emi (Emiliano), Tomas y Joaco (Joaquín).
Así que a las 00:00 hora local nos encontramos tirados en la terminal sin saber que hacer… sabíamos de un camping que estaba lejos y solo puedes ir en taxi, andando (un montón) o haciendo dedo… así que por voto general se decidió que esa noche no iríamos al camping sino que vagabundearíamos por ahí.
Mientras eso de decidía apareció Lucia, una mochilera a la deriva quien con toda la confianza del mundo se acercó y preguntó, qué plan; Plan? Ninguno… Le contamos el tema del camping y que ya veríamos mañana que hacer. Fue así como todos me acompañaron a sacar dinero a un cajero (no tenía nada de efectivo ni teníamos nada más que hacer) y mientras estaba efectuando mis gestiones bancarias en un cajero automático, fuera estaba sucediendo lo que acabó siendo mi primera lección de cómo comer gratis.
Al salir del banco faltaban Tomas y Emi quienes “fueron a por comida”. Cuando volvieron estaban cargados de comida, bolsas llenas de comida gratis!
Resulta que durante su viaje de mochileros por Argentina desarrollaron la habilidad de entrar en los restaurantes, hablar con el encargado y pedir la comida que en ese momento hubiese para tirar. Mejoraron la técnica llegando a tal punto en el que sabían las mejores horas para llevar a cabo la “misión”, se turnaban e incluso en una ocasión entablaron conversación con el encargado mas allá de cualquier cosa referente a pedir comida, tomándose una cerveza que si, la pagaron, pero llevándose la comida gratis. Yo durante el día y medio que pasé con ellos aluciné y ahorre un dinero en comida.

Av. San Martín
En total y por lo que en la foto se aprecia, teníamos milanesa para cuatro, pollo, más carne que no recuerdo, un “tupper” lleno de comida que tampoco recuerdo (ver foto), papas fritas y pan. Les puedo asegurar que todo estaba calentito y riquísimo. Lo que nos sobró se lo dimos a los afortunados perritos que pasaban por ahí en ese momento y quienes luego nos siguieron hasta nuestro campamento base.
El campamento base no es más que un banco en la Av. San Martín donde pasamos un buen rato decidiendo si dormiríamos en algún rincón escondidos o bajo un escenario! Que en ese momento puedo aseguraros que estaba flipando, o sea, Lucía y yo no dábamos crédito a lo que estaba sucediendo: Estaban poniendo las mochilas bajo un escenario decididos a dormir ahí, en la calle más transitada de Ushuaia! Previo a eso hubo varios intentos de encontrar por las cercanías algún lugar seguro, mientras Lucia y yo vigilábamos todas las mochilas en el campamento base.

Amaneciendo
Ya serían como las 2 de la madrugada y por arte de magia surgió la opción de ir a la gasolinera YPF donde pasaríamos la noche calentitos, jugando al truco, tomando mate y viendo las horas pasar, así hasta el amanecer el cual apenas pude fotografiar por un despiste… no cargué la batería así que mientras las vistas eran inolvidables la cámara estaba cargándose (a última hora) en la YPF. Las poquitas que saqué fue justo antes de que la cámara se apagara sola.

Amaneciendo
Y así fue como pasamos la primera noche en la ciudad más austral del mundo junto a nuevas amistades y comida gratis. Durante ese día Lucia y yo decidíamos irnos a un hostel para poder descansar bien antes de nuestra partida al Parque Natural Tierra del Fuego donde pasaríamos dos días y una noche.

Nuestro hostel
Esa misma mañana la invertiríamos también comprando los boletos a Puerto Natales ya que ese sería nuestro próximo destino, compraríamos comida para pasar los días y nos pegaríamos la ducha del siglo! (La primera de todas las “duchas del siglo” a lo largo del viaje por la Patagonia)

Pantallazo en Google maps de la YPF

Arte callejero
Los tres artistas argentinos, Emi, Tomas y Joaquín se quedarían en Ushuaia esos días mientras Lucía y yo nos íbamos de Senderismo. Suponemos que comieron gratis los tres días y que ganaron mucho dinero haciendo malabares en los semáforos.